lunes, 2 de agosto de 2010

Cadáver a cinco voces

Todo lo ajeno opta por dejar su impronta en mí.
Su impronta…Memoria que se dio de lleno a mi alma:
Alma de recortes, colchas de miradas,
Miradas de cuchillo que apuñala mi boca.

Boca desangrada por el desvanecimiento de una vida
Una vida que ya dejo de existir para mi…
Mi agonía desespera en respiración que no alcanza;
Que no alcanza la existencia de mi sentir.

Sentir esquinas de paredes entre grafos destrozadas…
Destrozadas mis entrañas que te vieron sucumbir.
Sucumbir ante e peso de la misma inmensidad
Inmensidad de vida que ya no palpita.

Palpita el vacio, el fuego, la contemplación y la eternidad;
Eternidad quisiera yo entre tus piernas y seguir nuestros rumbos…
Rumbos desmemoriados, que se funden a la esfera de la irrealidad:
Irrealidad de un segundo entre flores muertas…

Con su sangre de investidura blanca;
blanca tornada negra mientras la tormenta gruñe dentro de mis venas;
venas que ya dejaron de fluir…
de fluir en un clamor lento, insaciable y comedido…

comedido y yerto como el asfalto de la vida,
vida de la lujuria perdida entre mis ansias…
¿Ansias? ¡Qué no más, si solo hastío y arena entre mis dedos!
Dedos que valoraron tu entrega amplia y pasional…

Pasional y desmedida, agotada en el fuego de la virtud,
Virtud infinita que marca mi cuerpo día a día:
día que es costumbre, dolor en almíbar, enfermedad
Enfermedad bendita, ya mátame también por piedad…

Madeline C. - Venezuela
Consuelo L. - Perú
Evelyn L. - Colombia
Manuel. - España
Azalia. - México

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