Las 17:25, acababa de llegar a casa después de una agotadora jornada laboral, había lanzado el maletín al piso, poco antes de dejar caer mi cuerpo sobre el sofá solo escuchaba el sonido del reloj que estaba colgado en la pared; tenía pocas ganas de encender la luz y el reflejo semiautomático que uno siente por verse envuelto en las sombras hizo que mi brazo se extendiese hasta prender la lámpara junto a mi dispuesta.
No había nadie mas en casa, mi esposa llegaría tarde, según el mensaje que dejó en la mañana a la secretaria. El sueño ya se apoderaba de mi conciencia cuando de pronto sonó el timbre de la casa...
Terminé de abrir los ojos y apenas terminé de bostezar cuando me percaté que su falda era mas corta que antes (no pasaba por mi mente que las autoridades del colegio hayan cambiado las reglas acerca del uniforme), su cabello lo traía suelto y alborotado, aunque sus medias le llegaban hasta las rodillas y su mochila como siempre, detrás de su sus hombros.
-¡Hola papi!
Sentía que algo extraño iba a pasar por su sonrisa picaresca y porque solo se portaba efusiva cuando estaba a punto de cometer o ya cometió alguna fechoría.
¿Cómo te fue?
-Bien papi, todo ha salido de maravilla...pero tengo que decirte algo.
La sonrisa que dibujaba, terminó por desatar la mía.
Miraba como su rostro mostraba ese "algo" que encubría: ¿Pero?
- El director quiere hablar contigo mañana -
¿Hiciste algo malo?
- Me encontraron copiando en el examen esta mañana -
Si el director quiere hablar conmigo, sabes que eso significa que debo castigarte; no imagino que hayas copiado.
-Pero papi- lo decía mientras se me acercaba jugueteando con sus mechones
- No quiero ser castigada, ¿Que quieres que haga para evitarlo?
¿Evitarlo? dije en tono enérgico.
- Si, evitarlo; no se algo podría hacer ¿No crees? Y su mirada se posó sobre mi regazo, donde la erección no podía seguir ocultándola.
Se desprende de su mochila mientras me empuja sobre el sillón y rápidamente se pone de rodillas entre mis piernas, su mano se dirige hasta alcanzar el cierre de mis pantalones...
- ¿Me vas a castigar?
No lo sé, logro decir con voz baja, mientras se dispone a quitar el cinturón...
- Porque puedo ayudarte con algo, si quieres-
Sus ojos se clavan en los míos, a la vez que sus manos se introducen en mi truza y comienza a jugar conmigo.
Trago la saliva espesa, mientras me entrego al juego de pasión y seducción en el que me veo inmerso tratando de gruñir, al notar esto ella comienza a sonreír pícaramente y hace que mis nervios se esfumen.
- ¿Aún no estoy castigada? -
Sabes bien que copiar en la escuela es muy malo, estas palabras casi ni se escucharon por la acción que estaba presenciando de parte de ella.
Entonces comienza a jugar conmigo ente su boca, me tiendo hacia atrás sintiéndome de un éxtasis de morbo atrapado, mi rostro se torna blanco y dejo caer mis brazos hacia el espaldar del sillón.
Mientras con una mano continuaba jugando conmigo, con la otra metida entre sus bragas se dejaba envolver de aquel seductor instinto que jamás creí que ella tuviera. Le acaricio el rostro y el cabello, como no daba respuesta acerca de su castigo, prosiguió.
¡Mi madre! ya no podía resistir mas, soy humano después de todo. Se levanta de un salto y en un rápido movimiento se quita las bragas y las medias, atónito miraba el espectáculo; se sienta sobre mi preguntándome el porqué de mi nerviosismo.
Se quita lentamente la blusa blanca y se sube el brasierr de encajes negros que llevaba, sus senos pequeños se muestran para mi satisfacción. Ella ríe tímidamente mientras recalca que son pequeños.
A mi me encantan, no debes tener vergüenza, -le digo- al mismo instante que aprisiono uno de sus pezones entre mis dientes y juego con el. Los cortos gemidos que emite, para mi son sonidos que exaltan mis mas bajas pasiones; sintiendo su mano entre nuestros regazos y con unos cuantos movimientos de caderas nos fundimos en uno solo.
Ella sube y baja apoyando sus brazos en mis hombros, yo sujeto fuertemente su cintura dejándome llevar de su movimiento.
Un grito de satisfacción se deja escuchar en la sala, jadeante unta su cabeza en mi hombro, pero antes, soy yo el que dirijo el movimiento de su cuerpo entre mis manos, hasta terminar y finalmente nos unimos en un coro de jadeos y gemidos de un solsticio de pasión.
Luego de unos minutos, los dos desnudos en el sillón, se me ocurre preguntar:
¿De donde sacaste un uniforme escolar de tu talla?
Ella sonríe feliz, mirándome a los ojos:
- ¡No tienes idea de lo que encuentras en internet! -
Pues ahora ya la tengo, respondo. Mejor nos apuramos en arreglar este desorden, pronto llegará nuestra pequeña.
No te preocupes, llamó por la tarde y dijo que se quedará en casa de su amiga haciendo tareas, regresará mañana así que no te preocupes que todavía tenemos tiempo.
¿Tiempo para que?
- Tu abre el cajón de ese escritorio y sabrás -
Mientras continuábamos juntos y como no quería separarla de mi logro arrastrar el sillón con nosotros dos encima, abro el cajón y veo los atuendo de un medico y una policía. No podemos contenernos y mirándonos a los ojos, morimos de la risa.
Autor - Xavier Luna Tapia
BUEN ESCRITO... UFFF!!! YO CREIA... ¡¡NADA!! MENTE RETORCIDA LA MIA. BIEN LOGRADO! SALUCITACIONES!
ResponderEliminar